jueves, 17 de junio de 2021

RESONANCIA: Objeto impoluto (video explicativo)

Instalación Interactiva de Arte y Ciencia

Una exploración de la pieza -expuesta en la 29 Bienal de Santo Domingo- dirigida y explicada por su autor, Carlos Estrada de Zayas.


 


Arte, Filosofía y Ciencia:

 

Arte, filosofía y ciencia:

Más allá de otras implicaciones, la función y el valor fundamental del arte es comunicar, constituyendo la primera forma de encapsular, preservar y transmitir información. En sus orígenes, cerca del término de la última era glacial, se puede observar en las representaciones mismas que nuestra especie intuía, desde el principio, un entramado e interconexión en el flujo inasible de la naturaleza.

La serie numérica conocida como sucesión de Fibonacci, en honor al matemático italiano Leonardo de Pisa, a pesar de su construcción basada en números naturales, está estrechamente relacionada con el número irracional no periódico Phi=1.618…, el número áureo. De especial importancia en la historia del arte, debido a su valor geométrico para alcanzar armonía en la representación, tiene una gran relevancia en ciencias donde, por dar sólo unos ejemplos, se ha podido constatar su ocurrencia en fenómenos físicos como el crecimiento de galaxias, la manera del ADN de codificar formas biológicas complejas y en configuraciones geométricas del reino vegetal que viabilizan la fotosíntesis.

El mantra Om, sonido primordial del hinduismo que permite al monje sumergirse y trascender el océano vibratorio de Maya, los principios herméticos como el de Correspondencia, el Tao de los taoístas, la energía vital Qi de las escuelas filosóficas orientales en general, el camino medio de Siddhartha y su iluminación, el demiurgo platónico, la unión mística del sufismo, el éter esotérico, el dios de Spinoza y el principio de creación suprema de las creencias judías o que tienen su origen en ella, son aproximaciones a lo mismo. Por otra parte, en la ciencia, el entrelazamiento cuántico y su inquietante acción a distancia aniquilando la idea de localidad, la radiación de fondo de microondas cuyo ¨ruido¨ delata el origen y expansión del universo, el paradigma relativista del espacio tiempo curvo ampliando la ley de la fuerza gravitatoria a un universo flexible y cuasi infinito, la teoría M con sus cuerdas y branas multidimensionales y, por último, la teoría del campo unificado y su frustrado intento de aunar las fuerzas fundamentales, entre otras. De esa variedad de doctrinas filosóficas, creencias religiosas y certezas científicas, la humanidad siempre ha tenido la profunda intuición de estar frente a formas disímiles de acercamiento a una verdad no revelada, una verdad que pudiera englobar y explicarlo todo de una vez.

Desde las partículas más elementales, al interior del átomo, hasta las estructuras complejas de tamaños colosales, los fenómenos y las leyes físicas ocurren en comunicación dentro de una malla cósmica interconectada, hogar de la existencia, que llamamos realidad. Una especie de biblioteca de difícil acceso que pudiera definirse como: Expresión matricial cuantificada de la unidad.

El hombre y su mente limitada, como el niño en la anécdota de Albert Einstein (1), se ve inmerso en esa biblioteca repleta de infinidad de libros escritos en igual cantidad de lenguas desconocidas e indescifrables, sin embargo, dentro de ese caos aparente percibe un orden que despierta y motiva su necesidad de saber. En su ignorancia, creciendo paralela a su conocimiento, no alcanza a comprender el principio, la ley de leyes, en suma: ¨ …no puede escrutar la fuerza misteriosa que mece las constelaciones¨ (1).  Carlos Estrada de Zayas.